MONGOL, de Sergei Bodrov

En esta ocasión tenemos una superproducción no americana de la que la industria debería aprender. Mongol, del realizador ruso Sergei Bodrov nos acerca a una biografía del legendario Genghis Khan donde su infancia y juventud tienen más peso en la película que el propio personaje legendario, del que solo tenemos un súbito atisbo al final sin saber muy bien como el niño se convierte en la figura mítica. El film de dos horas se visiona sin mirar el reloj y los fenomenales paisajes que retrata estan tratados sin un regocijo ecologista tan típico de estos tiempos, sinó en su justa medida, acompañada con una banda sonora tremendamente acertada con sonidos vocálicos del flocklore mongol que se asemejan a instrumentos exóticos que nos hacen perdernos en la pantalla. Resulta un film épico e incluso clasicista en su tratamiento, pero a su vez exquisito, una especie de western oriental, un "eastern", donde se conjugan todos los temas clásicos del western pero tratados con una mentalidad europea sin olvidar nunca que se trata de una superproducción, que no lo parece por lo bien llevada que está. La horizontalidad del paisaje en ocasiones nos remite al maestro Kurosawa, pero sin recrearse tanto en él, destacando más los elementos a los que rodea el paisaje, como una persecución o un padre jugando con sus hijos. Un intento de humanizar el mito salvaje que asoló medio mundo capaz de desafiar la tradición mongol por ir a rescatar a su mujer a pesar de las dificultades. Amor, odio, venganza, ... como en todos los dramas épicos, como en los westerns, y con unos paisajes que te hacen desear cabalgar y perderte por la inmensidad de los mismos.