e se refugiará en un joven rico y caprichoso (con una familia que es un retrato bien definido y crítico de la burguesía), con un pasado oscuro, Benoït Magimel (Paul) que desencadenará los acontecimientos finales.A pesar del prestigio y las buenas manera de Claude Chabrol, parece descuidado y siguiendo automatismos de su anterior cine que hacen que la película sea desigual, en ocasiones fascina pero en otras ocasiones no parece una trama creíble, entre otras razones porque abusa del estereotipo y no se produce la empatía necesaria para hacerlo verosimil, unido al hecho de que Chabrol es un mago sugiriendo, pero sin explicación no entendemos las motivaciones de los personajes. La guinda final, la metáfora que utiliza y que tiene que ver con el título, tal obviedad parece impropia de un autor de su categoría, sobretodo porque la protagonista no duda, tiene muy claro a quien quiere, no está partida. A pesar de ello nos congratulamos que autores tan veteranos se resistan a jubilarse y sigan mostrando el camino a otras generaciones.
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