
En Dejad de quererme, el director logra construir una pequeña historia sobre un hombre que, al cumplir sus 42 años, de pronto empieza a destruir todo aquello que forma parte de su acomodada vida burguesa ( trabajo, familia, amigos, casa…) para irse y dejarlo todo, al parecer, como había hecho su propio padre. A partir de entonces es cuando el filme decae, al intentar encontrar justificaciones para los actos de Antoine (fantástico Albert Dupontel) , el personaje principal. Entonces es cuando se entra en tópicos y la película nos decepciona; y todavía más, porque hasta ahora Jean Becker había perfilado unos grandes personajes, unos grandes diálogos, unas escenas cómicas muy inteligentes (con una crítica mordaz y sátirica), pero que, como podrá comprobar el espectador, decaen en la última media hora de filme (por la historia del propio desenlace)
Esperamos equivocarnos y que a vosotros os guste el final elegido por el director, pero a nuestro juicio la película se salva por la primera hora, y, sobretodo, por los grandes diálogos y escenas casi esperpénticas (no so pierdan la cena de cumpleaños…). Es una película arriesgada de recomendar, pero nos atrevemos a hacerlo, aunque ya sepais que el final... (ah! imprescindible ver los títulos de crédito, y en versión original claro...)
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