Alfred Hitchcock,


Han eliminado de los Goya a los niños por razones legalistas y dadaístas
Si el arte es reconocido con premios, sería absurdo hacer distinciones entre niños, adultos y viejos. De las mejores cosas que le han ocurrido al cine español de los últimos años es la frescura, la complejidad, el dramatismo, la ternura, la imaginación, la credibilidad o el desamparo que le han aportado actores y actrices infantiles de los que no sabíamos nada, de los que se han enamorado la cámara y el público. Consecuentemente, se ha galardonado su trabajo con goyas a interpretaciones que suponen una revelación muy grata. Ocurrió, entre otros y otras, con Juan José Ballesta, Andoni Erburu, Nerea Camacho, Marieta Orozco, Ivana Baquero, Marina Comas y Francesc Colomer.
Pero han decidido por razones entre legalistas y dadaístas suprimir los premios a los histriones infantiles. ¿O tal vez se debe al muy humano mosqueo de actores adultos, que a pesar de llevar toda su existencia en la profesión no logran jamás ser una impresionante revelación para los votantes de la Academia? Y entiendes que gente sabia y con múltiples conocimientos de psicología infantil debe velar porque las vulnerables criaturas no se vuelvan locas a edad tan temprana con eso tan seductor de la fama, la adulación y el dinero. Que el repentino estrellato puede alterar la evolución sensata de niños que deben hacer las cosas que hacen los niños. Que transformarse en una mina de oro puede alentar la codicia de agentes y familiares. Que puede resultar insano pasar la edad de la inocencia delante de los focos y representando a otros. Que debe ser muy duro enfrentarse de adulto al fracaso cuando todo ha sido triunfo y popularidad en la niñez.
Pero mientras haya historias cinematográficas que hablan de la infancia se necesitarán actores y actrices de esa edad. Y entrarán en un mundo competitivo. Negarles los premios porque son pequeños resulta mezquino, paternalista, anacrónico.
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