Ágora, de Alejandro Amenábar (6)

Este Ágora de Alejandro Amenábar me ha dejado más frío que otra cosa y me lleva a la conclusión que el director se mueve mucho mejor en terrenos cercanos que en grandes superproducciones. Ya me lo pareció con Los otros, encomiable (al igual que Ágora) pero lejos a mi entender del Amenábar más cercano y con menos medios. Rodada con lujos y de una manera que no desmerece a las grandes producciones de Hollywood (no sé porque me venía a la mente Ridley Scott al verla) la historia se le hace ajena, e incluso por momentos se apodera de nosotros el sopor. La historia es demasiado plana, los personajes no tienen matices, los errores históricos perdonables pero allí están y sobretodo, hay poca verosimilitud en todo ello, incluso en los decorados, hay algo de artificioso en todo ello que no me ha llegado a convencer.
Hipatia es del todo irreal, y no por el innegable empeño que le pone Rachel Weisz, guapísima y nada que objetar a su interpretación, sinó porque no cuela que una mujer, por muy destacable que fuese, en esa época tuviera las opciones que tiene, resulta de un feminismo de panfleto, sin fisuras, pura, como el personaje que nos narra Amenábar. Aunque así hubiese sido, no parece verosímil.
Algo que agradezco al director de la película es que creo que consigue hacer salir de sala al espectador con la rabia dentro, rabia hacia la religión (la que sea) ya que retrata perfectamente lo dañino de ellas, lo manipuladoras que han sido a lo largo de la historia y los millones de muertes absurdas y estúpidas que han causado, el prejuicio que han causado a la humanidad y a su mayor aliado, la razón. Cristianos, judíos, árabes o adoradores de Serapis, todos ellos han hecho más mal que bien a la humanidad, y eso puede colegirse en esta película, y hay que agradecerle a Amenábar su valentía en ese sentido, dejar con el culo al aire a las religiones a pesar de un tratamiento tan plano.