Frase cinéfila

"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir"

BLADE RUNNER Rutger Hauer

domingo, 7 de septiembre de 2008

Especial Venecia, ciudad de cine


Siguiendo con nuestra ruta viajera estival, hacemos coincidir la Mostra con nuestra visita, de la mano de Francisco García Gómez (Pancho). Venecia es una de las ciudades mas especiales y emblemáticas de la historia y del cine. Construida sobre una laguna por razones defensivas, la ciudad ha quedado estancada, estática, sin variaciones desde el siglo XVIII, por lo que Venecia ha sido siempre un escenario idóneo para ambientaciones históricas y como escenario romántico, con ese aire barroco, bizantino y de lujo orientalista. A parte de sus cualidades arquitectónicas, también se da la circunstancia que el travelling se inventó aquí, cuando un operario de los Lumiere filmó desde una góndola, otro emblema inconfundible de la ciudad.
Como en las otras ciudades podríamos agrupar 2 grandes visiones de la ciudad. La ciudad romántica por excelencia, una ciudad de postal (el Gran Canal, puente de Rialto, San Marcos, La Salutte, el Palazzo Ducale, etc), con ejemplos de la categoría de Sombrero de copa (1935), de Mark Sandrich, donde se nos muestra una Venecia Art Decó, toda reconstruida en unos decorados realmente sorprendentes; Creemos en el amor (1954) de Jean Nequlesco; o Locuras de verano (1955) de David Lean. En ellas, Venecia es un escenario romántico donde no sólo es inevitable enamorarse sinó el lugar más idóneo.
La otra visión de la ciudad, que correspondería a la actualidad, encontramos la ciudad decadente, decrépita, sucia, incómoda, pútrida, malsana, siniestra, morbosa, inquietante, oscura, laberíntica, fúnebre, tanto ciudad muerta como de la muerte ... un tono en general negativo. Desde Senso (1954) o Muerte en Venecia (1971) de Visconti, pasando por Eva (1962) de Joseph Losey, Anónimo veneciano (1970) de Enrico M. Salerno, Alma perdida (1977) de Dino Risi, Casanova (1976) de Fellini, incluso en thrillers como Amenaza en la sombra (1973) de Nicolas Roeg en todas ellas Venecia ya no es un símbolo del amor, sinó un concepto mismo, el de la decadéncia, tanto física (una ciudad que no sobrevivirá) como moral.
Además tenemos El mercader de Venecia (2004), de Michael Radford, pasando por Nosferatu en Venecia (1986), de Augusto Caminito, Las 3 luces (1921) de Fritz Lang, Mas fuerte que su destino (1998), de Marshall Herskovitz hasta llegar a las incontables veces que 007 ha pasado por la ciudad Desde Rusia con amor (1963), Moonraker (1979) o Casino royale (2006) son excelentes muestras de Venecia que pueden estimular nuestra mente viajera, pero desde aquí, desde cinéfilos os recomendamos especialmente una inquietante película que vimos en Ronda El placer de los extraños (1990) de Paul Schrader basada en una novela de Ian McEwan.

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The ecstasy of cinema