Quemar para no leer, quemar para no pensar, quemar para no ser consciente de lo que nos rodea, de los que somos, de lo que podemos llegar a ser y hacer... ¿Recuerdas "Farenheit 451"?
Nuestro primer apartado tratará sobre la RELACIÓN DEL CINE CON ARISTÓTELES Y SU POÉTICA.

Aristóteles nos dice que esta identificación del espectador con el sufrimiento del héroe purifica el alma. Asimismo, según el autor, al poeta corresponde decir lo que podría suceder, lo posible según su verosimilitud de manera que parezca necesario. Así pues, los personajes de ficción han de mostrar verosimilitud tanto en el discurso como en las acciones. El héroe poético debe estar en tensión entre el vicio y la virtud. Con este conflicto nos sentimos identificados.
Finalmente, también es un recurso el buen uso de paralogismos, haciendo pasar por verdaderos argumentos engañosos.
El poeta ha de "preferir lo imposible verosímil a lo posible increíble". Porque sólo lo verosímil conecta con el público.
DEL TEATRO AL CINE

Si bien la poesía sólo se ve limitada por la imaginación del lector, el teatro se encuentra con todo tipo de dificultades para hacer verosímiles los elementos de ficción. El cine ha podido superar algunas de las dificultades del teatro. La cámara, como ojo que todo lo ve, puede mostrarnos cada escena desde cualquier ángulo imaginable.
La verosimilitud en el cine se logra tanto desde la actuación de los personajes como desde el guión.
Pero la verdadera diferencia respecto al teatro se encuentra en todo el repertorio de técnicas cinematográficas.
EJEMPLOS: Hitchcock. El juego con el espectador - En su película "39 escalones" de 1935, Alfred Hitchcock pone en escena una problematización humorística de la verosimilitud. Cuando el protagonista pretende huir disfrazado de lechero para que los bandidos no lo atrapen, trata de convencer al verdadero lechero para que le deje su uniforme contándole su historia. Le dice que una mujer ha sido asesinada en su departamento, que esa mujer era una espía perseguida por una mafia internacional que ahora le persigue a él. Aunque es la pura verdad el lechero no le cree y se resiste a ayudarlo. Entonces el protagonista cambia de estrategia: le dice que le ha mentido, que ha tenido una aventura amorosa con una mujer la noche anterior y que intenta huir del marido que está esperándolo afuera. El lechero lanza una carcajada y exclama: "Hombre haberlo dicho antes. Ahora lo entiendo todo!".
El lechero simboliza al espectador de cine, que no busca la verdad sino la verosimilitud, lo que él sea capaz de creer.
Y es que muchas veces la verdad es demasiado inverosímil como Hitchcock hace bien de recordarnos.
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